30 marzo 2016

Embutido-medicina

Mi vecino de la izquierda era Z., un campesino mohíno y taciturno de un pueblucho situado en la comarca de Radomsko, cuyos habitantes -según contó en una ocasión- guardaban en sus casas, como medicina, un trozo de embutido seco que daban a chupar a los niños de pecho cuando caían enfermos.
-¿Crees que eso ayuda? -le pregunté sin fe alguna.
-Claro que sí -respondió convencido, y volvió a sumirse en el silencio.

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Ryszard Kapuscinski

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