30 agosto 2009

Puca picante

-Compré mate para usted. Y hoy hay puca picante -lo saludó ella.

-No he venido a almorzar. Yo...

-Las mesas son para almorzar. Si no almuerza, no se puede sentar.

-Tráeme una entonces.

Abril rojo
Santiago Roncagliolo

(Café de París. Joaquín Sorolla)

29 agosto 2009

Té de jazmín


Le sirvo media taza de té de jazmín mientras Manuela la abastece con las magdalenas que han escapado a nuestro voraz apetito.

La elegancia del erizo
Muriel Barbery

(Muriel Kerba)

28 agosto 2009

Una tapa como dios manda


Don Antonio rechazó una tapa de pescado que tenía muy buen aspecto.

-Llévate esta porquería, muchacho, y ponnos una tapa como Dios manda de carne de oveja segureña.

Entre limones
Chris Stewart

26 agosto 2009

Frutal


Uvas, granadas, dátiles,

Doradas, rojas, rojas,

Hierbabuena del alma,

Azafrán de los poros.

Uvas como tu frente,

Uvas como tus ojos.

Granadas con la herida

De tu florido asombro.

Dátiles con la esbelta

Ternura sin retorno.

Azafrán, hierbabuena

Llueves a grandes chorros

Sobre la mesa pobre,

Gastada del otoño,

Maestro que te derramas,

Muerto que yo conozco,

Muerto frutal, caído

Con octubre en los hombros.


Miguel Hernández
(Mercado de frutas. Drome)

19 agosto 2009

De compras


Arturo se puso a mirar a su madre cuando ésta empezó a desenvolver la compra.
Espaguettis, salsa de tomate, queso italiano. Pero si entre semana no comían nunca espaguetis... Si cenaban espaguetis sólo los domingos por la noche.

Espera a la primavera, Bandini
John Fante

(Antonio Lisa Ringnalda)



15 agosto 2009

El queso


En la rama de un árbol,

bien ufano y contento,

con un queso en el pico,

estaba el señor cuervo.


Fábula
Félix María Samaniego

11 agosto 2009

Ostras con limón


Pues esta mesa, ¿he tenido yo que servirla? Estos manjares, ¿debo acaso codiciarlos para verlos? En algún lugar, en otro lugar, alguien quiso este almuerzo, alguien aspiró a esta transparencia mineral y persiguió el goce de acariciar con la lengua el sabor salado y suave de una ostra con limón.

La elegancia del erizo
Muriel Barbery

(Pieter Claesz)

08 agosto 2009

Un día sin pan


Era un hombre con tipo de golondrina, lleno de recovecos para pasar por él. Un hombre que estaba y no estaba sobre la tierra. Las muchachas decían que era más largo que un día sin pan, y la frase tenía sentido para todas, porque sabían lo que era un día sin pan.

Un día sin pan
Medardo Fraile

(Boulangerie. Shari Warren)

06 agosto 2009

Huevos estrellados


No hay huevos en toda España

y me los juego contigo,

Como los huevos de Lucio

Y no exagero al decirlo.

Estos huevos que destaco

Están con patatas fritas,

Pero con raro misterio

Que excitan el apetito.

Son los "huevos estrellados"

insignia de su prestigio.


Los huevos de Casa Lucio
Paco Rabal

(La tortilla. Rafael Serrano Muñoz)

04 agosto 2009

Tejas con almendras


Para comer nueces hay que poner debajo un mantel -dice Manuela, que saca de su vieja cesta una cajita de madera clara de cuya tapa se escapan volutas de papel de seda color carmín. A buen recaudo en su estuchito nos aguardan unas tejas con almendras. Preparo un café que no tomaremos pero cuyos efluvios ambas adoramos, y bebemos a sorbitos una taza de té verde para acompañar las tejas, que comemos a mordisquitos para saborearlas.


La elegancia del erizo
Muriel Barbery

(De café. Kim Blassen)

03 agosto 2009

Almuerzo en Dagana


Traoré detiene el coche en la localidad de Dagana, que cuenta con varios restaurantes pequeños. Comeremos en uno de ellos. La gente se reúne en grupos de seis u ocho personas, que se sientan en círculo sobre el suelo del comedor. El chico del restaurante coloca en medio del círculo una palangana llena hasta la mitad de arroz, abundantemente rociado con una salsa picante de color pardo. Empezamos a comer. Se come de la manera siguiente: uno tras otro, todo el mundo alarga la mano derecha hacia la palangana, coge un puñado de arroz, exprime la salsa encima del recipiente y se mete en la boca el apelmazado mazacote. Se come despacio, con seriedad y respetando los turnos, para que nadie salga perjudicado. Hay un gran tacto y moderación en todo este ritual. Aunque todos tienen hambre y la cantidad de arroz es limitada, nadie altera el orden, ni acelera, ni engaña. Cuando la palangana está vacía, el chico trae un cubo de agua, del cual, otra vez por riguroso turno, cada uno de los comensales bebe en una taza grande. Luego se lava las manos, paga, sale y sube al autobús.

Un día en la aldea de Abdallah Wallo. Ébano
Ryszard Kapuscinski